Antes de nada, pido perdón por el rollo que voy a meter aquí. Por primera vez en muchos días, me he sentado al ordenador para escribir, porque intuía que esto saldría largo, y escribirlo en el móvil sería misión imposible para mí (torpeza máxima con el mini-teclado de la pantalla).
Ubico este texto en “momentos malos” porque no estoy atravesando momentos muy “fáciles” últimamente, pero no sólo por eso. Lo escribo porque esta mañana me daba cuenta de que tal vez era importante dejar constancia de algunas cosas por escrito; cosas que son útiles para mí, precisamente en este tipo de trances o momentos no agradables. Y pensé que era adecuado emplazarlo en “momentos malos”, porque si son cosas útiles para mí, también pueden serlo para otra persona que esté pasando un momento no agradable y se asome a leer. Aclaro esto porque no quiero por favor que nadie se preocupe <3. No creo en las “emociones negativas” ni todopoderosas, por muy intensamente yo sienta todo. Las emociones son las que son, sin más, al margen de que algunas me parezcan más agradables que otras. Así que, incluso cuando estoy atravesando un momento “difícil”, todo está bien para mí, con el plus de que la esencia real de la dificultad es la oportunidad de experimentar desarrollo como ser humano.
En cada dificultad, un ser tiene oportunidad de tomar consciencia de cuan poderoso realmente es. De modo que mentiría si dijera que no me siento agradecida por los momentos difíciles, y no soy ninguna santa ni monja zen por ello, eh? Puedo estar cabreada como cualquiera, farfullar conmigo misma, gruñir, ‘insultar al clero’, gritar (oghhh qué liberación!), golpear un cojín, llorar, experimentar dolor y cagarme en la puta en un momento dado (con perdón de las expresiones), por supuesto. Pero aun así, la realidad para mí es que todo está bien conmigo pase lo que pase. Porque esas reacciones simplemente son las que son. No niego las emociones, ¡están ahí, ¿cómo voy a negarlas?!, solo es que, simplemente, decido que las emociones no juegan god-mode en esta partida. Trato de no reprimirlas y de expresarlas de un modo seguro para mí y para otros, pero no son over-powered, son reacciones sin más, que, como los músicos en los pueblos, “vienen, tocan y se van”. Así que trato de darles la importancia justa que tienen, ni más ni menos (ni más importancia ni menos).
Aprovecho para mandar un abrazo y dar las gracias a las personas amorosas que siempre están por aquí y me preguntan cómo estoy cuando reflejo que estoy pasando miedo o alguna otra emoción intensita. Y gracias también a los que verbalizan/verbalizamos (me incluyo) cómo se sienten/cómo nos sentimos; creo que uno nunca llega a imaginar a quién puede estar ayudando sólo con escribir sobre su mundo interno. Nunca sabe uno quién le puede estar leyendo, y, por lo tanto, nunca sabe uno quién le puede estar necesitando en cierto momento. Y el hecho es que los humanos nos necesitamos unos a otros. Así que me gustaría decirles a todas las personas que escriben aquí –por si alguna pudiera albergar la más mínima duda al respecto- que lo que escriben tiene valor, que sus palabras son necesarias y útiles de un modo que quizá no llegan a vislumbrar en todos los casos. Para mí lo son. En esencia somos iguales todos los humanos (todos somos alma), y en el mundo emocional somos muy parecidos; por eso es que desahogar con honestidad lo que sentimos ayuda a otros a liberarse de igual modo. Por eso es que a través de amarse a uno mismo es como uno fluye amando a otros también. Por eso es que a través de la liberación propia uno libera a otros. Como dijo alguien una vez “lo mejor que puedo hacer para ayudarte a ti, es trabajar en mí”.
Ubico este texto en “momentos malos” porque no estoy atravesando momentos muy “fáciles” últimamente, pero no sólo por eso. Lo escribo porque esta mañana me daba cuenta de que tal vez era importante dejar constancia de algunas cosas por escrito; cosas que son útiles para mí, precisamente en este tipo de trances o momentos no agradables. Y pensé que era adecuado emplazarlo en “momentos malos”, porque si son cosas útiles para mí, también pueden serlo para otra persona que esté pasando un momento no agradable y se asome a leer. Aclaro esto porque no quiero por favor que nadie se preocupe <3. No creo en las “emociones negativas” ni todopoderosas, por muy intensamente yo sienta todo. Las emociones son las que son, sin más, al margen de que algunas me parezcan más agradables que otras. Así que, incluso cuando estoy atravesando un momento “difícil”, todo está bien para mí, con el plus de que la esencia real de la dificultad es la oportunidad de experimentar desarrollo como ser humano.
En cada dificultad, un ser tiene oportunidad de tomar consciencia de cuan poderoso realmente es. De modo que mentiría si dijera que no me siento agradecida por los momentos difíciles, y no soy ninguna santa ni monja zen por ello, eh? Puedo estar cabreada como cualquiera, farfullar conmigo misma, gruñir, ‘insultar al clero’, gritar (oghhh qué liberación!), golpear un cojín, llorar, experimentar dolor y cagarme en la puta en un momento dado (con perdón de las expresiones), por supuesto. Pero aun así, la realidad para mí es que todo está bien conmigo pase lo que pase. Porque esas reacciones simplemente son las que son. No niego las emociones, ¡están ahí, ¿cómo voy a negarlas?!, solo es que, simplemente, decido que las emociones no juegan god-mode en esta partida. Trato de no reprimirlas y de expresarlas de un modo seguro para mí y para otros, pero no son over-powered, son reacciones sin más, que, como los músicos en los pueblos, “vienen, tocan y se van”. Así que trato de darles la importancia justa que tienen, ni más ni menos (ni más importancia ni menos).
Aprovecho para mandar un abrazo y dar las gracias a las personas amorosas que siempre están por aquí y me preguntan cómo estoy cuando reflejo que estoy pasando miedo o alguna otra emoción intensita. Y gracias también a los que verbalizan/verbalizamos (me incluyo) cómo se sienten/cómo nos sentimos; creo que uno nunca llega a imaginar a quién puede estar ayudando sólo con escribir sobre su mundo interno. Nunca sabe uno quién le puede estar leyendo, y, por lo tanto, nunca sabe uno quién le puede estar necesitando en cierto momento. Y el hecho es que los humanos nos necesitamos unos a otros. Así que me gustaría decirles a todas las personas que escriben aquí –por si alguna pudiera albergar la más mínima duda al respecto- que lo que escriben tiene valor, que sus palabras son necesarias y útiles de un modo que quizá no llegan a vislumbrar en todos los casos. Para mí lo son. En esencia somos iguales todos los humanos (todos somos alma), y en el mundo emocional somos muy parecidos; por eso es que desahogar con honestidad lo que sentimos ayuda a otros a liberarse de igual modo. Por eso es que a través de amarse a uno mismo es como uno fluye amando a otros también. Por eso es que a través de la liberación propia uno libera a otros. Como dijo alguien una vez “lo mejor que puedo hacer para ayudarte a ti, es trabajar en mí”.
Acabo de escribir que en esencia (en esencia como tal), para mí todo ser es Alma infinita. Este post iba enfocado a hablar de los tres niveles que percibo en mi mente, pero veo que al final terminaré hablando de “Alma” de forma inevitable. No necesito que quien me lea tenga creencias respecto a “la espiritualidad”; yo misma no las tenía hasta hace algunos años.
Esto que voy a decir puede parecer contradictorio si incido en que para mí el Alma es Todo, pero, realmente, no pienso que las creencias en “lo espiritual” sean necesarias. Lo que es necesario –o al menos para mí lo fue- es dejar de poner a dios en la mente. Es decir, es más necesario desmontar creencias limitantes que instaurar “nuevas creencias”. Con dejar de creer a ciegas en lo que nos engaña dentro de nuestra propia cabeza, es más que suficiente para Sentir lo que podemos llamar “Real”. Para poder vivir con la merecida paz a la que todos tenemos derecho, que reside en cada uno de nosotros, a veces adormecida.
Esto que voy a decir puede parecer contradictorio si incido en que para mí el Alma es Todo, pero, realmente, no pienso que las creencias en “lo espiritual” sean necesarias. Lo que es necesario –o al menos para mí lo fue- es dejar de poner a dios en la mente. Es decir, es más necesario desmontar creencias limitantes que instaurar “nuevas creencias”. Con dejar de creer a ciegas en lo que nos engaña dentro de nuestra propia cabeza, es más que suficiente para Sentir lo que podemos llamar “Real”. Para poder vivir con la merecida paz a la que todos tenemos derecho, que reside en cada uno de nosotros, a veces adormecida.
Decía que quería hablar de los “niveles” que percibo en mi mente, y que hay utilidad en identificar estos niveles para mí. Resulta más sencillo hablar sobre la mente que sobre Alma; ninguno alberga duda al respecto de que la mente existe, ¿verdad? Voy a ello entonces.
Percibo tres niveles en mi mente. Como veis, esto es muy simple: solo tres. Os presento al primero, al que yo llamo mi “mente inferior”[Suena redoble de tambores y se ilumina el foco en el escenario, chanchanchánnnnn… abra cadabra!] No le gusta ser observada, pero aquí la tenemos:
MENTE INFERIOR (llamada también en algunos lares “sombra”, “ego no instrumental”, gran manipuladora e hija de puta –pobrecita-).
Mi mente inferior es como un sujeto que está soñando y no es consciente de que está soñando. Es el sujeto que dice: “eh, cabrón, yo sólo creo lo que veo” (refiriéndose a lo que ve dentro de ese sueño). Esto equivale a decir: “no hay más realidad que lo que yo percibo, y punto pelota”.
Si mi mente inferior fuera omnipotente y pudiera verlo todo-como-es, sin sesgos, no habría ningún problema con esto. El problema es que mi mente inferior, la pobrecita, no sabe que únicamente opera y funciona desde su percepción limitada, y analizando lo que ve a través de un filtro denso de cadenas de creencias implantadas. Cadenas de creencias implantadas (implantado: aquello que no nació con uno y uno absorbió/aprendió en su realidad concreta; aquello que fue impuesto, no elegido). Cito y desgloso algunas de estas creencias implantadas que, en mi caso, mi mente inferior detecta o detectaba como propias, reales e incluso universales. Y aprovecho para hablar con mi mente inferior de paso, que es muy divertido hablar con ella, ya verás. Para evitar equívocos, voy a marcar en color rojo lo que ella dice.
-Tienes que ser ALGO en la vida, dice ella, y por contraposición: (no) eres nada. << Yeah, empecemos fuerte, desarticulemos su principal mecanismo estúpido de presión! Me encanta desmontarla.
“Tienes que ser algo”, como si un ser humano pudiera en efecto ser definido así, con un objeto, con una etiqueta, un atributo fijo o varios. Eso es lo que realmente significa “ser nada”, porque en cuestión de etiquetas, “nada” es “algo” también. Intenta pensar en “nada”, y “algo” será lo que veas. ¿Qué ves cuando piensas en “nada”? ¿Oscuridad? ¿Blanco? ¿Negro? ¿Un agujero? ¿Vacío? Es una etiqueta terrible pensar en ser un agujero, en ser vacío, en ser “nada”… pero es una etiqueta como todas las demás.
“Ser algo” es lo contrario a “ser” (es lo contrario a sentir que uno existe por sí mismo, sin más). Y aquí, en cuestión de etiquetas limitantes, cabe todo; vamos a comprobarlo: “Tienes que ser ALGO”, “Soy ALGO”, ¿qué pondría la mente inferior en ese “algo”? “Triunfador/fracasado” (ja!); “ganador/perdedor” (me descojono); “guapo/feo”; “bueno/malo”. Menudo horror, y menuda chorrada falaz. Menudo maltrato absurdo hacia uno mismo y hacia otra persona por verla de ese modo, ¿de verdad es necesario esto, mente inferior? ¿Cómo diablos voy a creerte, cariño mío? ¿Cómo diablos voy a creerte, si estoy rodeada de seres infinitos que lo son Todo, en acto y potencia? ¿Cómo diablos voy a creerte si yo soy uno de ellos?
-“Necesitas saber QUIÉN eres… porque hay algo fijo que te define, y si no sabes qué es ese algo, te vas a morir”.
O.M.G. ¿De veras? Me parto. Volvemos al primer engaño: “existe un conjunto de atributos y etiquetas fijas e inamovibles que te definen siempre en todo momento, al que puedes llamar “quién”. “Tú eres esto”, “yo soy aquello”, “yo soy algo”. Así y asá, pimpampum, qué a gusto nos hemos quedado. “Yo soy imbécil”, “fulanito es asqueroso”, “fulanita es una santa”, etc, etc. Qué maltrato tan absurdo, ¿de verdad esto se lo puede tomar en serio alguien?
-“Tu identidad es lo que tú eres, ¡protégela y haz que otros la respeten!”. Mente inferior, cariño mío, “identidad” viene de “identificación”, de que te identificas con ALGO. Un ser es mucho más que aquello con lo que puede identificarse. Un ser infinito no necesita “protegerse”, porque no es posible que lo infinito y lo real sea amenazado. ¿Acaso va a matarte el hecho de no identificarte o no saber con qué te identificas en un momento dado? Venga, hombre. El único respeto que necesita “yo”, es el respeto de “yo”. El único que puede hacer daño a “yo” en el mundo psíquico, es “yo”. Porque “yo” es quien se permite a sí mismo creer que en efecto pueden amenazarle. Porque “yo” es el que cree en el engaño de que, como ser, puede estar amenazado por “perderse” a sí mismo cuando pierde una etiqueta, como si fuera un objeto. Sólo los objetos se pierden o se ganan, y un ser no es un objeto.
-“Necesitas tener expectativas, planes de futuro y proyectos para llenar tu vida” (y la letra pequeña de este contrato del infierno es: “si no cumples tus/mis expectativas serás un fracasado”… lo que nos regresa al primer engaño que es la madre de toda esta mierda). Esperanza no es ni de lejos lo mismo que expectativas, pero eso quisiera abordarlo más tarde.
-“La gente es una mierda”… Claaaro, porque existe algo llamado “la gente”, una especie de masa monstruosa con ojos, fuera de ti, ¿verdad, mente inferior? *Hago un inciso para decirte que te habrás dado cuenta, amada persona que lee, de que toda esta movida va de humanos y de muchas mentes inferiores sufriendo sin ser consciente de que están juntas, ¿tal vez eso sea “la gente”?
-“La vida es una mierda”. Bueno, lo que tú percibes tal vez sí es una mierda pero, mente inferior, me estás hablando de lo que tú percibes, no de la Vida.
-“La felicidad es algo que tengo que perseguir (y si tengo que perseguirla es porque no está conmigo)”.
- “Lo más importante es el futuro” (no el presente).
- “La verdad está en mi pasado” (suponiendo que hay verdad en cómo yo percibí que algo ocurrió, más que en mi presente. Y suponiendo que esos juicios sesgados en el pasado tengan el poder de decidir cómo mi presente es).
Mi mente inferior no vive en presente: vive en el pasado (que ya no existe), y en el futuro (esa gran incógnita que nos carga de ansiedad, y que tampoco existe).
Mi mente inferior es la que funciona con juicios y los toma como ciertos sin siquiera plantearse que sus bases son erróneas. Los juicios siempre son erróneos, porque un humano no es capaz de percibir la realidad completa y total, pero mi mente inferior eso no lo sabe.
Mi mente inferior está convencida de que tiene toooooda la información sobre sí misma, sobre mí misma y -¡¡¡desde luego!!!- sobre “otro” que es percibido fuera de mi frontera física… así que cae en la trampa de creer que es capaz de emitir juicios verdaderos y útiles para mí y para el mundo. Para descojonarse, ¿verdad? Justo lo que durante años yo no soportaba que hicieran conmigo –que me juzgara alguien que no había caminado en mis zapatos, ¡qué falta de empatía!- mi mente inferior lo hacía constantemente, tachando de “enemigo” a todo aquel cuyo sufrimiento yo no identificaba. ¿Por qué hacía esto? Porque mi mente inferior –o la mente inferior de cualquiera- NO tiene la capacidad de estar dentro de la cabeza de nadie, de modo que es imposible que padezca o tan siquiera vea el sufrimiento de otro. Si aparece un sujeto, por ejemplo, terriblemente borde, mi mente inferior reaccionará con miedo o con ira, porque sencillamente no puede percibir lo que está pasando en el mundo mental de ese sujeto. Porque no puede percibir el sufrimiento mental más allá del suyo. Ni siquiera piensa que este sufrimiento podría existir en el otro, así que no es posible que le de importancia ni valor. Imagina lo que pasa cuando tenemos muchas mentes inferiores interaccionando en el escenario, la tuya entre ellas… coge palomitas si no te has detenido nunca a observarlo. Es muy liberador ser testigo de esto, aunque, para percibir la mente inferior sufriente en otros, primero tienes que ser consciente de que la tuya está ahí también. No pasa nada. Todos la tenemos, aunque algunos no saben que la tienen y le den de comer. Desde luego, no estás obligad@ a darle de comer; no estás obligado a que te manipule o gobierne.
Percibo tres niveles en mi mente. Como veis, esto es muy simple: solo tres. Os presento al primero, al que yo llamo mi “mente inferior”[Suena redoble de tambores y se ilumina el foco en el escenario, chanchanchánnnnn… abra cadabra!] No le gusta ser observada, pero aquí la tenemos:
MENTE INFERIOR (llamada también en algunos lares “sombra”, “ego no instrumental”, gran manipuladora e hija de puta –pobrecita-).
Mi mente inferior es como un sujeto que está soñando y no es consciente de que está soñando. Es el sujeto que dice: “eh, cabrón, yo sólo creo lo que veo” (refiriéndose a lo que ve dentro de ese sueño). Esto equivale a decir: “no hay más realidad que lo que yo percibo, y punto pelota”.
Si mi mente inferior fuera omnipotente y pudiera verlo todo-como-es, sin sesgos, no habría ningún problema con esto. El problema es que mi mente inferior, la pobrecita, no sabe que únicamente opera y funciona desde su percepción limitada, y analizando lo que ve a través de un filtro denso de cadenas de creencias implantadas. Cadenas de creencias implantadas (implantado: aquello que no nació con uno y uno absorbió/aprendió en su realidad concreta; aquello que fue impuesto, no elegido). Cito y desgloso algunas de estas creencias implantadas que, en mi caso, mi mente inferior detecta o detectaba como propias, reales e incluso universales. Y aprovecho para hablar con mi mente inferior de paso, que es muy divertido hablar con ella, ya verás. Para evitar equívocos, voy a marcar en color rojo lo que ella dice.
-Tienes que ser ALGO en la vida, dice ella, y por contraposición: (no) eres nada. << Yeah, empecemos fuerte, desarticulemos su principal mecanismo estúpido de presión! Me encanta desmontarla.
“Tienes que ser algo”, como si un ser humano pudiera en efecto ser definido así, con un objeto, con una etiqueta, un atributo fijo o varios. Eso es lo que realmente significa “ser nada”, porque en cuestión de etiquetas, “nada” es “algo” también. Intenta pensar en “nada”, y “algo” será lo que veas. ¿Qué ves cuando piensas en “nada”? ¿Oscuridad? ¿Blanco? ¿Negro? ¿Un agujero? ¿Vacío? Es una etiqueta terrible pensar en ser un agujero, en ser vacío, en ser “nada”… pero es una etiqueta como todas las demás.
“Ser algo” es lo contrario a “ser” (es lo contrario a sentir que uno existe por sí mismo, sin más). Y aquí, en cuestión de etiquetas limitantes, cabe todo; vamos a comprobarlo: “Tienes que ser ALGO”, “Soy ALGO”, ¿qué pondría la mente inferior en ese “algo”? “Triunfador/fracasado” (ja!); “ganador/perdedor” (me descojono); “guapo/feo”; “bueno/malo”. Menudo horror, y menuda chorrada falaz. Menudo maltrato absurdo hacia uno mismo y hacia otra persona por verla de ese modo, ¿de verdad es necesario esto, mente inferior? ¿Cómo diablos voy a creerte, cariño mío? ¿Cómo diablos voy a creerte, si estoy rodeada de seres infinitos que lo son Todo, en acto y potencia? ¿Cómo diablos voy a creerte si yo soy uno de ellos?
-“Necesitas saber QUIÉN eres… porque hay algo fijo que te define, y si no sabes qué es ese algo, te vas a morir”.
O.M.G. ¿De veras? Me parto. Volvemos al primer engaño: “existe un conjunto de atributos y etiquetas fijas e inamovibles que te definen siempre en todo momento, al que puedes llamar “quién”. “Tú eres esto”, “yo soy aquello”, “yo soy algo”. Así y asá, pimpampum, qué a gusto nos hemos quedado. “Yo soy imbécil”, “fulanito es asqueroso”, “fulanita es una santa”, etc, etc. Qué maltrato tan absurdo, ¿de verdad esto se lo puede tomar en serio alguien?
-“Tu identidad es lo que tú eres, ¡protégela y haz que otros la respeten!”. Mente inferior, cariño mío, “identidad” viene de “identificación”, de que te identificas con ALGO. Un ser es mucho más que aquello con lo que puede identificarse. Un ser infinito no necesita “protegerse”, porque no es posible que lo infinito y lo real sea amenazado. ¿Acaso va a matarte el hecho de no identificarte o no saber con qué te identificas en un momento dado? Venga, hombre. El único respeto que necesita “yo”, es el respeto de “yo”. El único que puede hacer daño a “yo” en el mundo psíquico, es “yo”. Porque “yo” es quien se permite a sí mismo creer que en efecto pueden amenazarle. Porque “yo” es el que cree en el engaño de que, como ser, puede estar amenazado por “perderse” a sí mismo cuando pierde una etiqueta, como si fuera un objeto. Sólo los objetos se pierden o se ganan, y un ser no es un objeto.
-“Necesitas tener expectativas, planes de futuro y proyectos para llenar tu vida” (y la letra pequeña de este contrato del infierno es: “si no cumples tus/mis expectativas serás un fracasado”… lo que nos regresa al primer engaño que es la madre de toda esta mierda). Esperanza no es ni de lejos lo mismo que expectativas, pero eso quisiera abordarlo más tarde.
-“La gente es una mierda”… Claaaro, porque existe algo llamado “la gente”, una especie de masa monstruosa con ojos, fuera de ti, ¿verdad, mente inferior? *Hago un inciso para decirte que te habrás dado cuenta, amada persona que lee, de que toda esta movida va de humanos y de muchas mentes inferiores sufriendo sin ser consciente de que están juntas, ¿tal vez eso sea “la gente”?
-“La vida es una mierda”. Bueno, lo que tú percibes tal vez sí es una mierda pero, mente inferior, me estás hablando de lo que tú percibes, no de la Vida.
-“La felicidad es algo que tengo que perseguir (y si tengo que perseguirla es porque no está conmigo)”.
- “Lo más importante es el futuro” (no el presente).
- “La verdad está en mi pasado” (suponiendo que hay verdad en cómo yo percibí que algo ocurrió, más que en mi presente. Y suponiendo que esos juicios sesgados en el pasado tengan el poder de decidir cómo mi presente es).
Mi mente inferior no vive en presente: vive en el pasado (que ya no existe), y en el futuro (esa gran incógnita que nos carga de ansiedad, y que tampoco existe).
Mi mente inferior es la que funciona con juicios y los toma como ciertos sin siquiera plantearse que sus bases son erróneas. Los juicios siempre son erróneos, porque un humano no es capaz de percibir la realidad completa y total, pero mi mente inferior eso no lo sabe.
Mi mente inferior está convencida de que tiene toooooda la información sobre sí misma, sobre mí misma y -¡¡¡desde luego!!!- sobre “otro” que es percibido fuera de mi frontera física… así que cae en la trampa de creer que es capaz de emitir juicios verdaderos y útiles para mí y para el mundo. Para descojonarse, ¿verdad? Justo lo que durante años yo no soportaba que hicieran conmigo –que me juzgara alguien que no había caminado en mis zapatos, ¡qué falta de empatía!- mi mente inferior lo hacía constantemente, tachando de “enemigo” a todo aquel cuyo sufrimiento yo no identificaba. ¿Por qué hacía esto? Porque mi mente inferior –o la mente inferior de cualquiera- NO tiene la capacidad de estar dentro de la cabeza de nadie, de modo que es imposible que padezca o tan siquiera vea el sufrimiento de otro. Si aparece un sujeto, por ejemplo, terriblemente borde, mi mente inferior reaccionará con miedo o con ira, porque sencillamente no puede percibir lo que está pasando en el mundo mental de ese sujeto. Porque no puede percibir el sufrimiento mental más allá del suyo. Ni siquiera piensa que este sufrimiento podría existir en el otro, así que no es posible que le de importancia ni valor. Imagina lo que pasa cuando tenemos muchas mentes inferiores interaccionando en el escenario, la tuya entre ellas… coge palomitas si no te has detenido nunca a observarlo. Es muy liberador ser testigo de esto, aunque, para percibir la mente inferior sufriente en otros, primero tienes que ser consciente de que la tuya está ahí también. No pasa nada. Todos la tenemos, aunque algunos no saben que la tienen y le den de comer. Desde luego, no estás obligad@ a darle de comer; no estás obligado a que te manipule o gobierne.
En fin. Toda esta serie de despropósitos ocurre porque la mente inferior vive en una jaula. En una jaula de engaño, dentro de la cual solo puede tomar como cierto lo que ella percibe. Así, está absolutamente convencida de que “Todo” es sólo lo que ella percibe a través de los cinco sentidos, y a través del tamiz de esas creencias implantadas que no son suyas ni tampoco elegidas. En esa jaula, ella ¿vive? engañada y en sufrimiento constante.
Mi mente inferior es la que cree que existe una “Realidad” como entidad exterior igual para todos los seres humanos (“no ves ‘la realidad’ ” dice, el angelito). Mi mente inferior, por tanto, tiende a pensar que todo lo que me agrede, duele y molesta en el mundo psíquico procede del exterior y de los demás: entiende que hay algo en el exterior que tiene el super-poder de amenazarme, envenenarme o intoxicarme. Establece clases de personas: “personas tóxicas”; personas que son únicas y personas que no lo son; personas listas que pueden enseñar, personas tontas de las que no es posible aprender (qué horror, ya lo sé). Sólo sabe funcionar a través de la COMPARACIÓN/IDENTIFICACIÓN/SEPARACIÓN/ETIQUETADO . No es consciente de que bajo sus reglas está maltratando a la persona que la porta y a los demás. No es su culpa, sólo es ignorante.
Mi mente inferior cree en una entidad estándar a la cual llama “normalidad”. De ahí deduce que existen “personas normales” y “personas no normales”. Mi mente inferior es la que acepta sin elegirlo condicionamientos limitantes, quizá porque muchas veces, desde la niñez, le han dicho “las personas tienen que ser ALGO en la vida”, “Las personas tienen que GANARSE la vida”. “Tienes que ser MEJOR que (inserte lo que sea)”, y otras mierdas citadas más arriba en este texto. Lo que nos han dicho desde niños, cuando somos adultos se transforma en nuestra voz interior; afortunadamente, tenemos a cada momento la oportunidad de observar estas bombas y de desarticularlas.
Mi mente inferior confunde “la vida” con “el sistema”. Ella solo ve este sistema de creencias implantadas, equivalente a un capcioso reclamo publicitario cargado de falsas necesidades. “Necesitas tener ‘un cuerpo 10’ para ser feliz”, como si un ser solo fuera un cuerpo. “Necesitas un deportivo para ser feliz, necesitas ‘ser exitoso’ para ser amado”. Pero alma cándida, ¿qué significa “ser exitoso”, incluso “ser amado” para el sistema? Ni siquiera el propio sistema lo explica con claridad xD, y eso es porque el sistema, por mucho que diga que quiere “tu felicidad”, no quiere eso. El fundamento del gigantesco sistema implantado para alimentar todas las mentes inferiores es sólo económico. Si fuera una persona pensante, el sistema no querría que fueras feliz sino que movieras dinero. La pasta de dientes que te pondrá los dientes blanco nuclear no es una necesidad básica para tú ser feliz ni para ser amado, pero el sistema te dirá que sí lo es, porque ese objeto mueve dinero. Esto es solo un ejemplo muy básico. No pretendo levantar una guerra contra el capitalismo diciendo esto, sólo decirte que si te has despistado de tus propias necesidades reales, eso no es culpa tuya. Sin embargo, identificar tus necesidades reales es tu derecho y tu responsabilidad; si tú no lo haces, da igual que alguien intente hacerlo por ti. De la jaula que es la mente inferior nadie puede sacar a nadie, pero cada ser tiene el poder de iluminar esa jaula. A la mente inferior no se la apalea, porque eso sería caer en su misma trampa; a la mente inferior se la abraza y se la ilumina, porque, cuando se la acepta y se la mira, su engaño se disuelve.
Si “yo” fuera un muñequito de un primate en la pantalla de un videojuego, mi mente inferior pensaría que la realidad es solamente el videojuego. El muñequito del mono vive aterrado en el videojuego: “y si me caigo por un barranco?” “y si no me tocan las monedas del super mario?” “¿y si me sale otro mono y me mata?” “Y si me mata el jefe final de la mazmorra?”(¿??!).
Mi mente inferior es la que cree que existe una “Realidad” como entidad exterior igual para todos los seres humanos (“no ves ‘la realidad’ ” dice, el angelito). Mi mente inferior, por tanto, tiende a pensar que todo lo que me agrede, duele y molesta en el mundo psíquico procede del exterior y de los demás: entiende que hay algo en el exterior que tiene el super-poder de amenazarme, envenenarme o intoxicarme. Establece clases de personas: “personas tóxicas”; personas que son únicas y personas que no lo son; personas listas que pueden enseñar, personas tontas de las que no es posible aprender (qué horror, ya lo sé). Sólo sabe funcionar a través de la COMPARACIÓN/IDENTIFICACIÓN/SEPARACIÓN/ETIQUETADO . No es consciente de que bajo sus reglas está maltratando a la persona que la porta y a los demás. No es su culpa, sólo es ignorante.
Mi mente inferior cree en una entidad estándar a la cual llama “normalidad”. De ahí deduce que existen “personas normales” y “personas no normales”. Mi mente inferior es la que acepta sin elegirlo condicionamientos limitantes, quizá porque muchas veces, desde la niñez, le han dicho “las personas tienen que ser ALGO en la vida”, “Las personas tienen que GANARSE la vida”. “Tienes que ser MEJOR que (inserte lo que sea)”, y otras mierdas citadas más arriba en este texto. Lo que nos han dicho desde niños, cuando somos adultos se transforma en nuestra voz interior; afortunadamente, tenemos a cada momento la oportunidad de observar estas bombas y de desarticularlas.
Mi mente inferior confunde “la vida” con “el sistema”. Ella solo ve este sistema de creencias implantadas, equivalente a un capcioso reclamo publicitario cargado de falsas necesidades. “Necesitas tener ‘un cuerpo 10’ para ser feliz”, como si un ser solo fuera un cuerpo. “Necesitas un deportivo para ser feliz, necesitas ‘ser exitoso’ para ser amado”. Pero alma cándida, ¿qué significa “ser exitoso”, incluso “ser amado” para el sistema? Ni siquiera el propio sistema lo explica con claridad xD, y eso es porque el sistema, por mucho que diga que quiere “tu felicidad”, no quiere eso. El fundamento del gigantesco sistema implantado para alimentar todas las mentes inferiores es sólo económico. Si fuera una persona pensante, el sistema no querría que fueras feliz sino que movieras dinero. La pasta de dientes que te pondrá los dientes blanco nuclear no es una necesidad básica para tú ser feliz ni para ser amado, pero el sistema te dirá que sí lo es, porque ese objeto mueve dinero. Esto es solo un ejemplo muy básico. No pretendo levantar una guerra contra el capitalismo diciendo esto, sólo decirte que si te has despistado de tus propias necesidades reales, eso no es culpa tuya. Sin embargo, identificar tus necesidades reales es tu derecho y tu responsabilidad; si tú no lo haces, da igual que alguien intente hacerlo por ti. De la jaula que es la mente inferior nadie puede sacar a nadie, pero cada ser tiene el poder de iluminar esa jaula. A la mente inferior no se la apalea, porque eso sería caer en su misma trampa; a la mente inferior se la abraza y se la ilumina, porque, cuando se la acepta y se la mira, su engaño se disuelve.
Si “yo” fuera un muñequito de un primate en la pantalla de un videojuego, mi mente inferior pensaría que la realidad es solamente el videojuego. El muñequito del mono vive aterrado en el videojuego: “y si me caigo por un barranco?” “y si no me tocan las monedas del super mario?” “¿y si me sale otro mono y me mata?” “Y si me mata el jefe final de la mazmorra?”(¿??!).
MENTE SUPERIOR.
Mente superior se ha formado a partir de la inteligencia analítica y reconociendo su limitación. Tiene la capacidad de OBSERVAR al muñequito del videojuego (a “yo”) SIN JUZGARLO. Es la que se da cuenta de que lo que uno percibe no es “Todo”. Algunos llaman a este “dispositivo”: “Supraconsciente”, “supraconsciencia”, pero los nombres no importan demasiado.
Mente superior sabe que la percepción es limitada, y, por lo tanto, LO QUE YO PERCIBO NO ES TODA LA VERDAD, NUNCA. Es consciente de que existe una “verdad” que nunca podré entender ni percibir, por lo tanto incognoscible. No hay caso en malgastar tiempo en entender lo que no es posible entender.
Mente superior sabe que como ser soy más que sólo “mente”. Lo sabe porque se ha dado cuenta de que el corazón lo siente.
A los 18 años tuve un intento de suicidio, el primero de muchos. Me ingresaron en un hospital psiquiátrico, engañada, sin decirme adónde me llevaban. Y me dejaron allí (“abandono”, sí). Algo maravilloso me ocurrió durante esa experiencia. Algo por lo que doy gracias todos los días. En aquella planta caótica donde estábamos tantos humanos fantasmales mezclados, me di cuenta de dos cosas fundamentales:
-Compartiendo espacio y tiempo conmigo, había otros seres humanos sufriendo. Algunos sufrían mucho más que yo, infinitamente más. Sentí el deseo de acercarme a ellos, de dar consuelo, de dar calor. Aunque en aquella institución estaba prohibido cualquier acercamiento físico como abrazar a alguien, yo lo transgredí física y psíquicamente. Algo hizo “click”.
-Había otros seres humanos sufriendo, y cuando les miré a los ojos, me vi A MÍ. En los ojos de “otros”, YO ME RECONOCÍ.
Yo no lo sabía entonces, pero estaba aprendiendo algo. Estaba aprendiendo que en el sufrimiento, en lo psíquico, en las emociones: “YO SOY OTRO TÚ, TÚ ERES OTRO YO”. Estaba aprendiendo, en consecuencia, que “yo” sólo es una palabra muy sobrevalorada, porque en lo importante, “YO” significa lo mismo que “TÚ”. La base de la empatía real, es esta. Esta es mi mayor fuerza hoy día, lo que me permite sentirte a ti sin tener que “conocerte”, solo porque sé lo que significa reír, lo que significa llorar, lo que significa sufrir, lo que significa encierro y lo que significa liberación.
Mente inferior cree que “yo” soy “yo”, y que esto significa algo muy poderoso, diferente a todo (“es guay ser diferente lol”). Porque según ella “yo soy algo”, y otros son “algo” también. Afortunadamente, ningún ser humano está obligado a ser esclavo de este horror. Ningún ser humano está obligado a maltratarse por ignorancia, a no verse y a no ver a otros. Ningún ser humano está obligado a padecer la ceguera de no verse a sí mismo en otros.
Mente superior sabe (porque puedo sentirlo) que como ser soy ILIMITADO, aunque no pueda entenderlo. Lo infinito no se puede entender, bueno, ¿acaso necesito entenderlo??? Claro que no. Con saber que soy, me basta. No “qué soy” (ES IMPOSIBLE QUE UN SER VIVO SEA “ALGO”), sino “que soy”. Con saber que soy infinito, ilimitado, que esa es la etiqueta que más se acerca a mi verdad como ser, me basta.
Me dieron el alta en el psiquiátrico tres meses después. La guerra seguía en casa (lo que llamarían familia disfuncional, violencia intrafamiliar y otras circunstancias que desencadenaban irremediablemente la guerra en mi cabeza, porque desde niña no me había podido defender). Al volver a casa del psiquiátrico, me sentí como una vaca en un garaje. “No te reconozco”, decía mi madre (apelando a ese personaje, a esa idea “fija” cualquiera que fuera???? que ella entendía que me definía a mí, que ella esperaba ver en mí). Yo estaba empastillada hasta las cejas (anafranil, idalprem a dosis de caballo, y otros fármacos que no recuerdo) de un modo que ni por milagro podía pensar, atontada, sin poder expresarme, viendo doble literalmente. Intenté dejar la medicación yo sola y fue una experiencia nefasta. El diagnostico de “TLP” era como un fantasma de pesadilla; años de violencia en los que fui encañonada literalmente por mi padre (alcohólico que necesitaba ayuda y tratamiento, pero no etiquetado ni diagnosticado en catálogo alguno) con un arma, una madre que (desde su propio sufrimiento) no me protegió ni a mí ni a mi hermana pequeña, porque no pudo, porque no supo, y para colmo el abandono (a mano de estos padres!!) en una institución psiquiátrica: y por querer terminar con todo soy yo la trastornada???? ¡¡¡Ver ese diagnóstico me produjo rabia!!! Por fortuna, como decía antes, los nombres no me importan ya demasiado, ni siquiera para producirme una reacción de rabia cuando comportan una limitación ficticia. Qué más da cómo otros nombrasen lo que me estaba pasando a mí en mis circunstancias únicas. Qué más da que la ciencia sostenga que mi “bioquímica cerebral” es “diferente”(¿???) ¿diferente a la de los “normales”? ¿¿¿¿Diferente a la de quién???? Entiendo que la mecánica mental es única en cada humano y la regulación de neurotransmisores está sujeta a infinitos factores en cada caso particular, no me importa lo que se dice aquí y allá sobre mi perfil cerebral cuando nadie ha realizado craneotomías a cada hijo de vecino para ver sus cerebros in situ. Carajo, si una persona es un “diamante en bruto”, es porque todas lo son.
Bueno, sin irme por las ramas. Mi mente superior es la que sabe que los nombres no importan. Sabe que como ser soy mucho más de lo que puedo entender, y a ese “mucho más” lo ha llamado “Alma”. Mente superior DESCANSA en la realidad que no puede entender: mente superior DESCANSA EN ALMA, confía en Alma, no en mente inferior. No cree todo lo que piensa, cree lo que desde su ser completo Siente. No cree en lo parcial desde sus heridas tanto como en lo que siente desde su ser completo.
Alma es la que estaba al volante cuando yo me reconocí esa primera vez en los ojos de otros que estaban sufriendo. Alma es la que en todo momento va por delante, porque todos los días yo se lo pido. “Oración” llaman a esto (¿hablar con mi Alma? ¿Hablar con “Dios”?); llámalo como tú quieras.
Me tiemblan las piernas y pienso “no sé lo que hacer en X situación”, pero a Alma no le importa, ella actúa.
Alma fue quien me impulso a querer estudiar la carrera de enfermería (a ser cuidador) cuando yo salí del psiquiátrico. El camino no fue un lecho de rosas, pero cambié de médico y de medicación, y pasé de tomar catorce pastillas diarias a una sola (un inhibidor de la recaptación de serotonina, una bendición en su momento). Dejé la carrera que estaba estudiando (biología), y, con miedo, empecé a estudiar enfermería en la escuela de Cruz Roja española de Reina Victoria en Madrid. Lo hice, y todavía no sabía que era Alma quien me estaba “guiando”, pero, como los nombres no importan, me guiaba igualmente. Tal vez es que Alma ni siquiera necesita ser nombrada para existir, porque existe por sí misma. Dime, ¿hay algún poder mayor que ese?
Cuando me dejo arrastrar por reacciones emocionales y pensamientos erróneos, estoy dejando el control a mente inferior. Mente superior, sin embargo, descansa en aquello que no puedo entender: DESCANSA EN ALMA.
A día de hoy me producen rabia aún las etiquetas. Se habla de “PAS” (personas de alta sensibilidad; estamos en las mismas “humanos que son muy sensibles y otros que son piedras” o cómo va esto); se confunde la sensibilidad con “existe algo dañino que puede afectarme”; se confunde ser sensible a la vida con ser sensible a la jaula de la mente inferior, y ese error se acepta como si fuera una norma con la que lidiar. No, yo no soy una “PAS”; o, si yo lo soy, todos los humanos que sufren lo son. ¿Conoces algún humano que no sufra?
Mente superior es la que contacta con la Vida como tal. Mente inferior funciona solo encerrada en la jaula de la mentira.
Mente superior sabe que no existe la “normalidad”, porque todas las personas son únicas, porque no existen personas “únicas” y otras que no lo son. Mente superior sabe que no existen personas tóxicas, pero sí actitudes tóxicas. Mente superior sabe que lo que me envenena a mí es lo que “sale” de mí y no lo que “entra” en mí, porque nada tiene el poder de entrar en mí y desbaratarme a menos que yo lo permita.
Mente superior me conecta con otros humanos por encima del sufrimiento. En realidad todo está conectado, de un modo que no puedo entender pero sí Sentir desde mi ser completo.
Mente superior se ha formado a partir de la inteligencia analítica y reconociendo su limitación. Tiene la capacidad de OBSERVAR al muñequito del videojuego (a “yo”) SIN JUZGARLO. Es la que se da cuenta de que lo que uno percibe no es “Todo”. Algunos llaman a este “dispositivo”: “Supraconsciente”, “supraconsciencia”, pero los nombres no importan demasiado.
Mente superior sabe que la percepción es limitada, y, por lo tanto, LO QUE YO PERCIBO NO ES TODA LA VERDAD, NUNCA. Es consciente de que existe una “verdad” que nunca podré entender ni percibir, por lo tanto incognoscible. No hay caso en malgastar tiempo en entender lo que no es posible entender.
Mente superior sabe que como ser soy más que sólo “mente”. Lo sabe porque se ha dado cuenta de que el corazón lo siente.
A los 18 años tuve un intento de suicidio, el primero de muchos. Me ingresaron en un hospital psiquiátrico, engañada, sin decirme adónde me llevaban. Y me dejaron allí (“abandono”, sí). Algo maravilloso me ocurrió durante esa experiencia. Algo por lo que doy gracias todos los días. En aquella planta caótica donde estábamos tantos humanos fantasmales mezclados, me di cuenta de dos cosas fundamentales:
-Compartiendo espacio y tiempo conmigo, había otros seres humanos sufriendo. Algunos sufrían mucho más que yo, infinitamente más. Sentí el deseo de acercarme a ellos, de dar consuelo, de dar calor. Aunque en aquella institución estaba prohibido cualquier acercamiento físico como abrazar a alguien, yo lo transgredí física y psíquicamente. Algo hizo “click”.
-Había otros seres humanos sufriendo, y cuando les miré a los ojos, me vi A MÍ. En los ojos de “otros”, YO ME RECONOCÍ.
Yo no lo sabía entonces, pero estaba aprendiendo algo. Estaba aprendiendo que en el sufrimiento, en lo psíquico, en las emociones: “YO SOY OTRO TÚ, TÚ ERES OTRO YO”. Estaba aprendiendo, en consecuencia, que “yo” sólo es una palabra muy sobrevalorada, porque en lo importante, “YO” significa lo mismo que “TÚ”. La base de la empatía real, es esta. Esta es mi mayor fuerza hoy día, lo que me permite sentirte a ti sin tener que “conocerte”, solo porque sé lo que significa reír, lo que significa llorar, lo que significa sufrir, lo que significa encierro y lo que significa liberación.
Mente inferior cree que “yo” soy “yo”, y que esto significa algo muy poderoso, diferente a todo (“es guay ser diferente lol”). Porque según ella “yo soy algo”, y otros son “algo” también. Afortunadamente, ningún ser humano está obligado a ser esclavo de este horror. Ningún ser humano está obligado a maltratarse por ignorancia, a no verse y a no ver a otros. Ningún ser humano está obligado a padecer la ceguera de no verse a sí mismo en otros.
Mente superior sabe (porque puedo sentirlo) que como ser soy ILIMITADO, aunque no pueda entenderlo. Lo infinito no se puede entender, bueno, ¿acaso necesito entenderlo??? Claro que no. Con saber que soy, me basta. No “qué soy” (ES IMPOSIBLE QUE UN SER VIVO SEA “ALGO”), sino “que soy”. Con saber que soy infinito, ilimitado, que esa es la etiqueta que más se acerca a mi verdad como ser, me basta.
Me dieron el alta en el psiquiátrico tres meses después. La guerra seguía en casa (lo que llamarían familia disfuncional, violencia intrafamiliar y otras circunstancias que desencadenaban irremediablemente la guerra en mi cabeza, porque desde niña no me había podido defender). Al volver a casa del psiquiátrico, me sentí como una vaca en un garaje. “No te reconozco”, decía mi madre (apelando a ese personaje, a esa idea “fija” cualquiera que fuera???? que ella entendía que me definía a mí, que ella esperaba ver en mí). Yo estaba empastillada hasta las cejas (anafranil, idalprem a dosis de caballo, y otros fármacos que no recuerdo) de un modo que ni por milagro podía pensar, atontada, sin poder expresarme, viendo doble literalmente. Intenté dejar la medicación yo sola y fue una experiencia nefasta. El diagnostico de “TLP” era como un fantasma de pesadilla; años de violencia en los que fui encañonada literalmente por mi padre (alcohólico que necesitaba ayuda y tratamiento, pero no etiquetado ni diagnosticado en catálogo alguno) con un arma, una madre que (desde su propio sufrimiento) no me protegió ni a mí ni a mi hermana pequeña, porque no pudo, porque no supo, y para colmo el abandono (a mano de estos padres!!) en una institución psiquiátrica: y por querer terminar con todo soy yo la trastornada???? ¡¡¡Ver ese diagnóstico me produjo rabia!!! Por fortuna, como decía antes, los nombres no me importan ya demasiado, ni siquiera para producirme una reacción de rabia cuando comportan una limitación ficticia. Qué más da cómo otros nombrasen lo que me estaba pasando a mí en mis circunstancias únicas. Qué más da que la ciencia sostenga que mi “bioquímica cerebral” es “diferente”(¿???) ¿diferente a la de los “normales”? ¿¿¿¿Diferente a la de quién???? Entiendo que la mecánica mental es única en cada humano y la regulación de neurotransmisores está sujeta a infinitos factores en cada caso particular, no me importa lo que se dice aquí y allá sobre mi perfil cerebral cuando nadie ha realizado craneotomías a cada hijo de vecino para ver sus cerebros in situ. Carajo, si una persona es un “diamante en bruto”, es porque todas lo son.
Bueno, sin irme por las ramas. Mi mente superior es la que sabe que los nombres no importan. Sabe que como ser soy mucho más de lo que puedo entender, y a ese “mucho más” lo ha llamado “Alma”. Mente superior DESCANSA en la realidad que no puede entender: mente superior DESCANSA EN ALMA, confía en Alma, no en mente inferior. No cree todo lo que piensa, cree lo que desde su ser completo Siente. No cree en lo parcial desde sus heridas tanto como en lo que siente desde su ser completo.
Alma es la que estaba al volante cuando yo me reconocí esa primera vez en los ojos de otros que estaban sufriendo. Alma es la que en todo momento va por delante, porque todos los días yo se lo pido. “Oración” llaman a esto (¿hablar con mi Alma? ¿Hablar con “Dios”?); llámalo como tú quieras.
Me tiemblan las piernas y pienso “no sé lo que hacer en X situación”, pero a Alma no le importa, ella actúa.
Alma fue quien me impulso a querer estudiar la carrera de enfermería (a ser cuidador) cuando yo salí del psiquiátrico. El camino no fue un lecho de rosas, pero cambié de médico y de medicación, y pasé de tomar catorce pastillas diarias a una sola (un inhibidor de la recaptación de serotonina, una bendición en su momento). Dejé la carrera que estaba estudiando (biología), y, con miedo, empecé a estudiar enfermería en la escuela de Cruz Roja española de Reina Victoria en Madrid. Lo hice, y todavía no sabía que era Alma quien me estaba “guiando”, pero, como los nombres no importan, me guiaba igualmente. Tal vez es que Alma ni siquiera necesita ser nombrada para existir, porque existe por sí misma. Dime, ¿hay algún poder mayor que ese?
Cuando me dejo arrastrar por reacciones emocionales y pensamientos erróneos, estoy dejando el control a mente inferior. Mente superior, sin embargo, descansa en aquello que no puedo entender: DESCANSA EN ALMA.
A día de hoy me producen rabia aún las etiquetas. Se habla de “PAS” (personas de alta sensibilidad; estamos en las mismas “humanos que son muy sensibles y otros que son piedras” o cómo va esto); se confunde la sensibilidad con “existe algo dañino que puede afectarme”; se confunde ser sensible a la vida con ser sensible a la jaula de la mente inferior, y ese error se acepta como si fuera una norma con la que lidiar. No, yo no soy una “PAS”; o, si yo lo soy, todos los humanos que sufren lo son. ¿Conoces algún humano que no sufra?
Mente superior es la que contacta con la Vida como tal. Mente inferior funciona solo encerrada en la jaula de la mentira.
Mente superior sabe que no existe la “normalidad”, porque todas las personas son únicas, porque no existen personas “únicas” y otras que no lo son. Mente superior sabe que no existen personas tóxicas, pero sí actitudes tóxicas. Mente superior sabe que lo que me envenena a mí es lo que “sale” de mí y no lo que “entra” en mí, porque nada tiene el poder de entrar en mí y desbaratarme a menos que yo lo permita.
Mente superior me conecta con otros humanos por encima del sufrimiento. En realidad todo está conectado, de un modo que no puedo entender pero sí Sentir desde mi ser completo.
MENTE NEUTRAL.
Entre “mente superior” y “mente inferior” está lo que llamo “mente neutral”. Algo así como un guardián del orden que no se mete en nada, pero me avisa: “eh, estás siendo usado por tu propia herramienta, en lugar de usar tú tu propia herramienta. Date cuenta”. Mente neutral es quizá la antesala a la mente superior, porque implica el salto de consciencia cada vez que yo elijo liberarme de un engaño.
Entre “mente superior” y “mente inferior” está lo que llamo “mente neutral”. Algo así como un guardián del orden que no se mete en nada, pero me avisa: “eh, estás siendo usado por tu propia herramienta, en lugar de usar tú tu propia herramienta. Date cuenta”. Mente neutral es quizá la antesala a la mente superior, porque implica el salto de consciencia cada vez que yo elijo liberarme de un engaño.
¿...y Alma?
¿Y Alma? Alma funciona con inteligencia de corazón. Si entrase a hablar de lo que para mí significa “Alma”, ya estaría fondeando en lo que podrías llamar “espiritualidad”, y este texto no es para eso, sino para dejar constancia de lo que para mí es, en primera instancia, el poder ejecutivo de la mente.
Alma es ilimitada, infinita, todopoderosa por tanto. Alma es LO ÚNICO QUE ES. ¿Te suena eso a algo…? Se corresponde tal vez con lo que algunos ponen en la palabra “Dios”; tal vez sea útil poner a Dios en su sitio, por muy ateos que seamos, y el sitio de “Dios” no es la mente (y mucho menos la mente inferior). No. Mente inferior no es Dios. XD. Mente inferior NO es Todo lo que Es. Para mí, Amor es Todo lo que es; lo que significa que Amor está enmascarado en todo, incluso cuando mi mente solo ve la máscara. Y sé que hay momentos en que la máscara parece lo único que hay, no creas que no me pasa.
Quien te diga que el camino espiritual ofrece respuestas a la pregunta “quién soy”, te está mintiendo o está ironizando. Pero, como dije antes, ya he hablado demasiado y no quiero enredarme en las marañas de “lo espiritual”, a riesgo de que “lo espiritual” pueda ser interpretado como una cuestión de creencias y no como algo empírico a través de la experimentación. Es irónico que llamen “creencias” a lo espiritual, cuando las creencias que realmente tienen potencial para destruir porque nosotros erróneamente se lo damos están exclusivamente en la mente inferior. En mí, desde luego, así ha sido hasta ahora. Y ser consciente de esto, créeme, es un camino de pura experimentación y de trabajo de campo conmigo.
No es tan difícil como pueda parecer apoyarse en Alma. Disolver el engaño de mente inferior no se consigue de la noche a la mañana, y es un trabajo continuado, pero si entramos en lucha, estamos cayendo en la misma trampa de siempre (en la trampa de mente inferior: odio, culpa, miedo, “ganar”, “perder”). No tienes que ganar ninguna guerra, porque no hay guerra ("no hay cuchara, Neo"), sólo hay vida. No te tienes que ganar la vida; si acaso tienes que ganar dinero porque el sistema así lo requiere, pero Vida es un regalo, un presente constante y si estás leyendo esto es porque ya lo tienes, no te lo tienes que ganar. La estancia en el túnel de la realidad mental es limitada como la propia mente lo es (la vida tal vez es infinita, sin embargo). La estancia transitoria en el mundo de los sentidos puede ser un maravilloso PRESENTE si así lo crees, si así lo creas. Creo de creer, creo de crear. Si se supone que “Dios” creo el Universo, y tu Universo es exclusivamente mental, ¿quién crea tu Universo? ¿Dónde colocas a Dios?
Existe la creencia de que “tenemos” alma. Yo creo que SOMOS ALMA, y ese alma tiene un cuerpo físico en este momento. Suelo decir “Alma de Universo me habita (gracias!)”. Mente superior reconoce Alma en mí, y también en otros; cada vez que me dirijo a ti, cada vez que te escribo aquí, es a tu Alma a quien estoy hablando. El saludo “namasté”, que tal vez conozcas, significa: “mi alma reconoce y reverencia a tu alma”. Aprender es recordar.
El poder de la mente es grande, tan grande como que nuestra realidad es mental, lo que significa que nosotros creamos nuestra realidad a partir de la mente (es un derecho y una responsabilidad que esta realidad sea elegida a través de la consciencia, no obstante).
El poder de la mente es grande, sí, pero el poder del Alma es infinito. Es gracias a él que puedo sentirme a mí y sentir y reconocerme en otros. ¿Es esto espiritualidad? ¿Son creencias de terapeuta mediocre con lemas de mr. Wonderful y cuencos tibetanos (dónde habré leído eso! xD)? Para mí es la vida. “Creencias” para mí significa “limitación”, cuando no son elegidas.
No me importa una mierda saber “quién soy yo” o “quién eres tú”; no necesito saber eso si acaso se pudiera saber. Me importa sentirme, me importa sentirte sin juzgarte, desde mi ser completo. Este es un poder infinito al que algunos han llamado “Amor”, sin tener nada que ver con el romance, la posesión, el aferrar, el apego, las condiciones. La soledad es estar con uno mismo; si uno se ama a uno mismo, uno siempre va a estar bien acompañado.
Algunos dicen “Dios es Amor”. Bueno, es garantía de vida poner a Dios donde corresponde, y para mí lo único todopoderoso por encima de mi percepción es Amor. En mi partida de videojuego, Amor juega god-mode, no las emociones ni mis pensamientos. Alma de universo que me habita juega god-mode; mi inteligencia se apoya en ella mientras te estoy hablando ahora, desterrando miedos sobre si seré juzgada por ti o por otros. Alma es mucho más grande que mis miedos pequeños, que mis reacciones, que los juicios erróneos emitidos compulsivamente por mi mente inferior.
Hoy, como todos los días, le susurro a mi mente inferior, desde fuera de la jaula: descansa en paz. En los "buenos momentos" y en los "malos", pase lo que pase.
Muchas gracias por leer.
Alma no conoce limitaciones. Alma en mí reconoce a Alma en ti, y la reverencia.
Sat-Chit-Ananda.
Namasté.
Alma es ilimitada, infinita, todopoderosa por tanto. Alma es LO ÚNICO QUE ES. ¿Te suena eso a algo…? Se corresponde tal vez con lo que algunos ponen en la palabra “Dios”; tal vez sea útil poner a Dios en su sitio, por muy ateos que seamos, y el sitio de “Dios” no es la mente (y mucho menos la mente inferior). No. Mente inferior no es Dios. XD. Mente inferior NO es Todo lo que Es. Para mí, Amor es Todo lo que es; lo que significa que Amor está enmascarado en todo, incluso cuando mi mente solo ve la máscara. Y sé que hay momentos en que la máscara parece lo único que hay, no creas que no me pasa.
Quien te diga que el camino espiritual ofrece respuestas a la pregunta “quién soy”, te está mintiendo o está ironizando. Pero, como dije antes, ya he hablado demasiado y no quiero enredarme en las marañas de “lo espiritual”, a riesgo de que “lo espiritual” pueda ser interpretado como una cuestión de creencias y no como algo empírico a través de la experimentación. Es irónico que llamen “creencias” a lo espiritual, cuando las creencias que realmente tienen potencial para destruir porque nosotros erróneamente se lo damos están exclusivamente en la mente inferior. En mí, desde luego, así ha sido hasta ahora. Y ser consciente de esto, créeme, es un camino de pura experimentación y de trabajo de campo conmigo.
No es tan difícil como pueda parecer apoyarse en Alma. Disolver el engaño de mente inferior no se consigue de la noche a la mañana, y es un trabajo continuado, pero si entramos en lucha, estamos cayendo en la misma trampa de siempre (en la trampa de mente inferior: odio, culpa, miedo, “ganar”, “perder”). No tienes que ganar ninguna guerra, porque no hay guerra ("no hay cuchara, Neo"), sólo hay vida. No te tienes que ganar la vida; si acaso tienes que ganar dinero porque el sistema así lo requiere, pero Vida es un regalo, un presente constante y si estás leyendo esto es porque ya lo tienes, no te lo tienes que ganar. La estancia en el túnel de la realidad mental es limitada como la propia mente lo es (la vida tal vez es infinita, sin embargo). La estancia transitoria en el mundo de los sentidos puede ser un maravilloso PRESENTE si así lo crees, si así lo creas. Creo de creer, creo de crear. Si se supone que “Dios” creo el Universo, y tu Universo es exclusivamente mental, ¿quién crea tu Universo? ¿Dónde colocas a Dios?
Existe la creencia de que “tenemos” alma. Yo creo que SOMOS ALMA, y ese alma tiene un cuerpo físico en este momento. Suelo decir “Alma de Universo me habita (gracias!)”. Mente superior reconoce Alma en mí, y también en otros; cada vez que me dirijo a ti, cada vez que te escribo aquí, es a tu Alma a quien estoy hablando. El saludo “namasté”, que tal vez conozcas, significa: “mi alma reconoce y reverencia a tu alma”. Aprender es recordar.
El poder de la mente es grande, tan grande como que nuestra realidad es mental, lo que significa que nosotros creamos nuestra realidad a partir de la mente (es un derecho y una responsabilidad que esta realidad sea elegida a través de la consciencia, no obstante).
El poder de la mente es grande, sí, pero el poder del Alma es infinito. Es gracias a él que puedo sentirme a mí y sentir y reconocerme en otros. ¿Es esto espiritualidad? ¿Son creencias de terapeuta mediocre con lemas de mr. Wonderful y cuencos tibetanos (dónde habré leído eso! xD)? Para mí es la vida. “Creencias” para mí significa “limitación”, cuando no son elegidas.
No me importa una mierda saber “quién soy yo” o “quién eres tú”; no necesito saber eso si acaso se pudiera saber. Me importa sentirme, me importa sentirte sin juzgarte, desde mi ser completo. Este es un poder infinito al que algunos han llamado “Amor”, sin tener nada que ver con el romance, la posesión, el aferrar, el apego, las condiciones. La soledad es estar con uno mismo; si uno se ama a uno mismo, uno siempre va a estar bien acompañado.
Algunos dicen “Dios es Amor”. Bueno, es garantía de vida poner a Dios donde corresponde, y para mí lo único todopoderoso por encima de mi percepción es Amor. En mi partida de videojuego, Amor juega god-mode, no las emociones ni mis pensamientos. Alma de universo que me habita juega god-mode; mi inteligencia se apoya en ella mientras te estoy hablando ahora, desterrando miedos sobre si seré juzgada por ti o por otros. Alma es mucho más grande que mis miedos pequeños, que mis reacciones, que los juicios erróneos emitidos compulsivamente por mi mente inferior.
Hoy, como todos los días, le susurro a mi mente inferior, desde fuera de la jaula: descansa en paz. En los "buenos momentos" y en los "malos", pase lo que pase.
Muchas gracias por leer.
Alma no conoce limitaciones. Alma en mí reconoce a Alma en ti, y la reverencia.
Sat-Chit-Ananda.
Namasté.